Fotografía cortesía Lina Larrota
Ya hablamos sobre cómo el análisis de isótopos estables permitió conocer de qué se alimentaban el bagre cabezón que habita los manglares del Golfo de Urabá en diferentes momentos de su vida, y lo que esto podría significar la conservación de los manglares para los bagres.
Ahora queremos completar el panorama incluyendo a otros organismos que también podemos encontrar en los manglares del Golfo de Urabá. En su investigación de doctorado Alejandro Sandoval quiso profundizar el conocimiento sobre las redes tróficas marinas, sobre todo de aquellas relacionadas con los ecosistemas de manglar.
Usar el conocimiento sobre manglares
Las investigaciones sobre las redes tróficas de un ecosistema tienen como uno de sus objetivos entender cómo la energía se mueve desde las plantas y las algas hasta los consumidores tope, es decir aquellos animales que solo se alimentan de otros animales. En los ecosistemas marinos, específicamente en los manglares del golfo de Urabá, esto significa identificar cuáles son los organismos fotosintéticos, de qué se alimentan los animales, y finalmente, cuáles son los hábitats más importante para la producción pesquera en la zona.
Cuando logramos conocer la estructura de las redes tróficas de un ecosistema, podemos predecir cómo reaccionarán los organismos que lo habitan a las perturbaciones humanas. Sin embargo, a pesar de su importancia para la conservación de los ecosistemas y para el manejo y la mitigación de los impactos humanos, son escasas las investigaciones que profundicen en este tema, sobre todo en ambientes estuarinos.
A esto se suma que los resultados de los estudios en estuarios relacionados a bosques de manglar son contradictorios, pues aunque algunos han demostrado que el carbono de los manglares es importante para muchos animales entre los que se cuentan los juveniles de varias especies de camarones, peces coralinos, peces estuarinos, cangrejos y corales; otros estudios han encontrado lo contrario. En estas investigaciones se han identificado otras fuentes de energía para los animales de manglares, que incluyen algas, materia orgánica particulada y pastos marinos.
En esta etapa de su investigación, Alejandro describió la red trófica (es decir las interconexiones existentes entre los organismos de un ecosistema, basadas en quién se come a quién) del estuario de los manglares del río Atrato, calculó el número de niveles tróficos, la contribución potencial de los fotosintetizadores para los animales de los manglares, y finalmente, con toda esta información, discutió la relación directa e indirecta entre los manglares y las pesquerías artesanales.
Cómo descubrir el funcionamiento de una red trófica
Entonces el primer paso para entender cómo funciona la red trófica en el estuario del delta del río Atrato, fue determinar de qué lugares provenía la materia orgánica que sirve de sustento a los animales que viven en los manglares. Fue una tarea compleja, porque el delta está conectado a otros ecosistemas como el océano, el estuario, los manglares e incluso a los marismas cercanos, entonces la materia orgánica puede llegar desde cualquiera de estos puntos.
El segundo paso es conocer de qué se alimentaban los animales que habitan en los manglares, algo similar a lo que Alejandro hizo con la dieta del bagre cabezón. Para ambos pasos Alejandro usó de nuevo el análisis de isótopos estables, pues es un método de gran ayuda para determinar el origen y los movimientos de la materia orgánica e inorgánica.
Para el análisis de isótopos estables Alejandro recogió muestras de los organismos fotosintetizadores en los manglares del Golfo de Urabá y en la bahía La Paila, cerca de la costa. Estas consistieron en hojas verdes (vivas) y amarillas (muertas) del mangle rojo (Rizophora mangle), que es la especie dominante en el área, y hojas de hierbas acuáticas. También recolectó muestras de macroalgas epífitas raspando las raíces del mangle rojo. Y por último, tomó muestras de fitoplancton usando una red para este fin.
Tal como en el caso del bagre cabezón, Alejandro también tomó muestras de los animales de los manglares, entre ellas de 17 especies de peces, de una especie de camarón y de una especie de cangrejos.
El aporte de los manglares
En el Caribe los estudios sobre las redes tróficas de los manglares se han enfocado principalmente en manglares cercanos a pastos marinos, arrecifes de coral o a ambos, en los que el aporte de los manglares a la dieta de los animales no es tan importante. Sin embargo, el estudio en el estuario del río Atrato, mostró que el carbono de los manglares puede ser importante cuando estos no se encuentran cerca de pastos marinos o arrecifes de coral.
Recientemente, también se ha identificado que los mangles en esta área producen una cantidad promedio de hojarasca mayor a la de cualquier otro bosque de mangles en el mundo. Y además, el delta del río Atrato ha sido resaltado como un hábitat importante en el mantenimiento de pesquerías locales, donde se ha relacionado positivamente el área de los manglares con la captura de tres especies de peces comunes en las pesquerías locales el bagre cabezón (Ariopsis canteri), la anchoa (Mugil incilis) y el bagre piedrero (Sciades proops).
¿Al fin cómo es la red trófica en los manglares del Golfo de Urabá?
Las dietas de los animales escogidos mostraron que al parecer estos se alimentan de diferentes organismos fotosintéticos, que serían las fuentes de carbono, entre ellos los manglares. A partir de las concentraciones de isótopos de carbono y nitrógeno en los tejidos de los animales se pudo estimar 4 niveles tróficos, similar a lo que se ha encontrado en otros sistemas de manglares, lo cual sirve como indicador del estado del ecosistema.
A pesar de la diversidad de las fuentes de carbono aprovechadas por los animales, los manglares fueron la fuente principal para los cangrejos herbívoros y para los peces piscívoros, algunos de ellos de importancia comercial como los róbalos. Sumado a esto, las raíces de los manglares y el fondo del mar en este punto, proveen el sustrato o el hábitat de macroalgas y algas, que a su vez son alimento de peces importantes en las pesquerías locales, como el bagre cabezón y la lisa rayada.
La fortaleza de los niveles tróficos como indicadores ecológicos se basa en su eficiencia para identificar y revelar los efectos ecosistémicos de la pesca. Además, conocer los niveles tróficos y las fuentes de carbono en el estuario es esencial para la gestión de las pesquerías con un enfoque ecosistémico, así mismo, para gestionar medidas de conservación de los manglares del Golfo de Urabá. Esto es relevante, ya que cerca de 1500 familias de esta región dependen de la pesca artesanal asociada principalmente a los manglares.
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