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Hormigas hacha: las termitas del Amazonas

Hormigas hacha: las termitas del Amazonas

Por Camilo Flórez-V, en colaboración con Don Miguel Arcángel, Doña María, Rosendo, Mileidy Idárraga, Santiago Quintero, Camilo Chica 

En la selva los puntos cardinales son ‘hacia donde sale el sol’ y ‘hacia donde se oculta’. Que el sol mida a todos por igual es algo que aprendí ahí. Todos los seres que habitan la selva también me enseñaron algo y entendí que están en una suerte de equilibrio entre lo bueno y lo malo. Todo hace parte de un intrincado funcionamiento de una maravillosa ‘creación’, contada en cientos de cuentos orales amazónicos. Aunque estos relatos son parte de una tradición centenaria, quise escribir lo que ha sido el corazón de noches iluminadas por fuegos de velas o de leña, sentados junto al mambe, al rapé y al ambil. Don Miguel y doña María, dos paisanos bora; y Rosendo, un paisano yucuna, son los personajes que se abrieron para enseñarme parte de este maravilloso mundo ubicado en el Amazonas colombiano.

Mileidy, Santiago y yo habíamos ido a estos bosques a buscar membrácidos (llamados insectos espina, helicópteros o coquitos), unos insectos pequeños que son chupadores de plantas, y unos grupos de hormigas con las que estos insectos están asociados. Pasábamos días enteros buscándolos, registrando sus comportamientos y tipos de asociaciones, con el fin de entender los mutualismos entre estos dos grupos de insectos.

Por supuesto, era imposible caminar en esos bosques amazónicos sin tener curiosidad por todo, así que hacíamos preguntas constantemente a Don Miguel, a Doña María y a Rosendo. Una de las preguntas era, ¿qué es lo que no se come en la selva?, pues la variedad gastronómica en la selva es tan grande como la diversidad que en esos bosques habita. Sin embargo, en nuestra ‘lógica del interior’ donde nuestra oferta gastronómica es limitada a lo que venden en los supermercados, es difícil entender esta diversidad de alimentos. Este relato está dirigido sólo a un conjunto pequeño de alimentos. Y a un alimento pequeño en tamaño, pero que en conjunto es abundante y, sobretodo, delicioso.

El encuentro con las hormigas hacha

Hueco hecho para alcanzar los túneles y extraer los soldados de las ‘hormigas hacha’. Foto: Camilo Flórez-V

En uno de nuestros caminos en búsqueda de membrácidos nos topamos con un árbol de unos treinta metros rodeado por varios montículos de tierra arcillosa y anaranjada. Esto llamó la atención de Don Miguel porque le indicaban que ahí era el “nido” de unas hormigas que son un manjar en la selva. Días antes, Don Miguel y Doña María nos habían hablado de varios insectos que los paisanos comían, pero sin duda, los más apetecibles para ellos eran las hormigas y los gorgojos. Doña María tenía un particular interés por las hormigas, encargándole a Don Miguel, también unos días antes, que le llevara algunas a la maloca si las encontrábamos por el camino.

Don Miguel nos indicó cómo era el proceso para extraer estos insectos: se toma un palo delgado pero fuerte, el cual debe enterrarse en el suelo repetidamente, buscando un sitio donde el palo entre más fácilmente en la tierra. Esto indicará que, en esa zona, las hormigas tienen túneles, y ahí es donde se puede excavar para llegar a ellos. Esta excavación no se puede hacer a la ligera, debe hacerse con cuidado por una razón importante, en palabras de Don Miguel: ‘Esas hormigas muerden muy duro’. No por nada a estos insectos les tienen el nombre de ‘hormigas hacha’, particularmente por su mordida. Cuando se encuentra el túnel, estos insectos empiezan a salir para proteger su nido. Cuando eso pasó fue emocionante, porque todos esperábamos ver salir a las hormigas. Y sí salieron, salieron insectos. Pero para sorpresa de Mile, Santi y yo, salieron unos insectos enormes, que no parecían hormigas: ¡Eran soldados de termitas! 

Biología de las hormigas hacha

Las ‘hormigas hacha’ son, en nuestra lógica científica, unas termitas de la especie Syntermes aculeosus (Insecta: Blattodea: Termitidae). Estas termitas, al igual que otros insectos sociales, tienen división de sus labores en diferentes castas. Hay individuos especializados para ciertas tareas. Unos se concentran en la labor de construir y mantener el nido, otros en defender al nido y a sus reyes y, estos últimos, son los encargados de reproducirse. Los tamaños de cada casta pueden variar, y en el caso de estas termitas, los soldados (la casta que se encarga en la mayoría de insectos sociales de proteger a la colonia) son enormes en comparación a las otras castas, siendo una de las especies con unos de los soldados más grandes del mundo. Tienen unas mandíbulas enormes que las usan para defender las colonias, con las cuales pueden morder fuertemente, y de ahí el nombre de hormiga hacha. Y así, por su tamaño considerable, son los que los paisanos comen.

Según Don Miguel, un tiempo atrás de esta expedición, logró observar en la noche a las hormigas hacha: miles de individuos recogiendo hojarasca. Por eso Don Miguel también mencionaba que esta era la razón por la cual los sitios alrededor de la hormiga hacha son “limpios”, refiriéndose al suelo con poca hojarasca y al suelo más expuesto. Según lo registrado en la literatura científica, en este grupo de termitas, estos insectos se alimentan de hojarasca, donde las obreras salen a recogerla escoltadas por soldados, y después la transportan al nido. Pero según Don Miguel, son los mismos soldados los que recolectan la hojarasca y la transportan al nido. Estos nidos se encuentran debajo de la base de árboles grandes, acumulando suelo en montículos cerca de las raíces. Debajo del suelo, hay una red de túneles que llevan (según la literatura científica) a cámaras donde es depositada la hojarasca. En otras especies de este género de termitas, las cámaras donde es depositada la hojarasca puede estar a más de un metro de profundidad y en esas mismas cámaras se encuentran las larvas alimentándose.

Sin embargo, a pesar del gran tamaño de las hormigas hacha y su uso amplio en el Amazonas por parte de diferentes culturas de paisanos, se sabe poco de la biología de estos organismos (que podrían corresponder a varias especies dentro del género Syntermes). No conocemos qué tan grandes son sus poblaciones, cuál es el tamaño de sus colonias y el número de individuos que pueden vivir en ellas. Intuímos, que al igual que otros organismos del suelo, estas termitas son sumamente importantes para el reciclaje de nutrientes, a partir de la digestión de hojarasca en estos bosques amazónicos. Sin embargo, no sabemos si tienen preferencias por ciertos tipos de hojarasca o de condiciones particulares en los bosques. 

Expedición con doña María

Desde que habíamos llegado, Doña María había estado en la maloca pescando, cogiendo ‘canangucha’ (moriche, el fruto de la palma Mauritia flexuosa) y leña para mantener el fuego. Ella estaba emocionada de que hubiéramos encontrado ese nido de hormigas hacha. Antes de irnos para otra Maloca (la de Don Miguel y Doña María, a casi 15 km de distancia de la maloca en El Zafire), decidimos recolectar más hormigas hacha para comer con otros alimentos de la selva y la chagra (lugar que disponen y preparan los paisanos para cultivar ciertos tipos de plantas comestibles, medicinales y/o religiosas). Así, en uno de nuestros días de descanso, salimos con Doña María a ‘cazar’ hormigas hacha

Para Doña María, las hormigas hacha no son simplemente un alimento. Nuestra impresión fue que, para ella, las hormigas hacha la retornaban a su niñez, cuando las recolectaba junto a su madre. Esto era evidente en la alegría con la que recorrió el camino desde la maloca hasta el nido de las hormigas. Iba estrenando un canasto que le había tejido don Miguel, días antes, a partir de bejucos que iba recolectando, preparando y entrecruzando cuidadosamente todos los días. En nuestro camino al nido, Don Miguel y Doña María recolectaron cogollos de palmas, prefiriendo los cogollos de algunas palmas que tienen pelos y espinas (quizás fueran Bactris y Astrocaryum). Además, recogieron agua en una olla, en una quebrada antes de llegar al nido. Cuando llegamos al nido, doña María fue la que coordinó la recolección. Ella había recolectado hormigas hacha desde niña junto a su mamá. Inmediatamente buscamos el túnel que habíamos cavado antes y que habíamos dejado cubierto con palos, hojas y una capa de suelo arcilloso. Las hormigas hacha habían cubierto parte del túnel, y pocos soldados salieron a defenderlo. Algo había ocurrido que hacía que las hormigas hacha estuvieran menos activas.

Creemos que una de las razones era la lluvia que había caído durante la noche anterior. A las hormigas hacha, según Doña María, no les gusta el suelo húmedo, y evidentemente el suelo estaba mucho más anegado en comparación a los días anteriores. A pesar de esto, doña María introdujo uno de los cogollos de palma en el túnel. Una de las formas de saber que las hormigas hacha están mordiendo el cogollo cuando se mete en el túnel, es observar si la parte que queda expuesta se mueve. Esto indica que el mecanismo está funcionando para encontrar las hormigas hacha. Cuando doña María sacó el cogollo, había algunos soldados mordiéndolo.

Como eran pocos, doña María encendió unas hojas secas y las introdujo en el túnel, impulsando el humo hacia dentro del túnel y usando unas hojas como abanico. En palabras de doña María, el humo “pone bravas” a las hormigas hacha y las hace salir. Esto lo hizo varias veces. Después empezó a meter más cogollos que salieron con muchos más soldados. Debido a la fuerza que tienen las mandíbulas de los soldados, quitarlos del cogollo no es una tarea tan simple. Se deben coger unas hojas gruesas y después, con fuerza, deslizar la mano por el cogollo para que las termitas caigan en el recipiente. Este recipiente debe tener agua, preferiblemente, para que las termitas queden inmóviles y no salgan del recipiente. El cogollo tiene que ser cambiado por otro cada cierto tiempo, porque se llena de barro o ya está muy masticado por las termitas. Además, si hay túneles en varias direcciones, se pueden meter varios cogollos al mismo tiempo. 

El hueco debe ser lo suficientemente grande, ya que los soldados empiezan a escalar por las paredes del hueco y en cualquier descuido que uno tenga puede ser mordido fuertemente (¡muy fuertemente!) por los soldados. Doña María fue mordida dos veces, al igual que uno de nosotros. Nos fue bien. A don Miguel lo mordieron más de siete veces. Pero claro, el problema fue que mientras doña María extraía, Don Miguel y nosotros realizamos otro hueco que tenía tres túneles. Sin darnos cuenta, ya las paredes del hueco tenían muchos soldados y no pudimos abrirlo más. Entonces quedó angosto, por lo que estábamos muy propensos a que nos mordieran. Pasado alrededor de una hora y media, la olla de doña María y el recipiente plástico de Don Miguel y nosotros, estaban llenos de hormigas hacha. Así entonces, cerramos los huecos, poniendo palos transversalmente, y encima unas hojas para que sostuvieran el suelo con el que finalmente cubrimos los huecos.

Comerse las termitas

Mezcla de algunas de las comidas típicas de los paisanos y comida ‘del interior’ junto con las ‘hormigas hacha’. Foto: Camilo Flórez-V.

Estas termitas se pueden comer sin cocinar; en este caso sólo se les come la cabeza. Puede ser peligroso comerlas cuando están aún vivas, ya que con las mandíbulas pueden fácilmente morder los labios o la lengua. Lo decimos por experiencia. También se comen cocinadas y se preparan de varias formas. Ya que las termitas tienen barro y detrito de hojarasca en su sistema digestivo, se intenta que expulsen esto primero. Se hacen varios lavados con agua para quitarles el barro del exterior, y después se cocinan en agua caliente para expulsar el barro del sistema digestivo. Esta agua se bota, y se vuelven a lavar con agua. Después, se pueden sofreír directamente sobre una sartén o fritar en un poco de aceite. En cualquiera de los dos casos, su sabor es aromático y levemente picante. El biólogo Reginaldo Constantino, estudioso de las termitas y uno de los referentes en la biología sobre estas, cree que este sabor proviene de una secreción defensiva en la glándula frontal. La textura es bastante crocante, particularmente cuando se fritan.

Doña María puso mucho empeño en toda esta preparación. Cuando terminó de sofreírlas, las guardó en varios envases plásticos y uno de estos lo dejó sobre la mesa para que comiéramos durante la tarde o en la noche junto a la cena. Doña María, Don Miguel y Rosendo (que había llegado esa tarde a la maloca) comían estas termitas como si fueran un pasaboca. Continuamente se acercaban a la mesa a sacar puñados de termitas. En la cena las mezclamos junto a arroz, fríjoles y farinha. Nótese que es una combinación de comidas de un mercado que habíamos hecho personas de los Andes del Norte y los paisanos. Un mercado hecho sólo por Doña María, no habría incluido arroz o fríjoles (o al menos no tantos), y seguramente habría incluido mucho almidón de yuca, más fariña y más pirarucú seco. 

La mayoría de las termitas las llevamos hasta la maloca de Don Miguel y Doña María. Este era otro sitio espectacular cerca del río Tacana, lleno de palmas, guamos, uva caimarona y otras plantas comestibles. Cerca tenían una chagra, principalmente con yuca y mambe. Cuando decimos yuca, nos referimos a más de siete variedades de yuca. Según lo que entendimos, esas variedades se pueden dividir entre las que se pueden cocinar y comer directamente, y las otras con las que se hace almidón de yuca, fariña y tucupí. Del almidón de yuca se prepara el casabe, una de las bases de la cocina en ese sitio. Y así se podían combinar fácilmente las termitas con casabe y tucupí. El tucupí también sale del proceso de extracción del almidón de yuca, al cual se le puede agregar ají y, en algunos casos, termitas. El tucupí es básicamente el picante y aderezo, y las termitas le dan un sabor más aromático y especial. Las termitas también acompañaron otras comidas, como ‘la mazamorra amazónica’ y las semillas tostadas de ‘maracas’.

Es difícil describir las sensaciones y sabores de la comida amazónica. La comida con Doña María, Don Miguel y Rosendo iba más allá de simplemente tener los ingredientes para hacer y armar un alimento. Todo el proceso para obtener una sola comida requiere varias horas e incluso días de preparación, de los cuales doña María nunca escatimó esfuerzos. El jugo de ‘canangucha’ requiere ir a recoger los frutos del suelo o de las palmas, pasarlo por un colador con toda la paciencia y limpiarle la testa (o recubrimiento) con más paciencia aún.

Preparar casabe requiere ya haber cultivado la yuca en la chagra, cosecharla, pelarla, triturarla, escurrirla en un tipo de cernidor, obtener el almidón, después volverla a cernir en algo más fino y ahí sí armar el casabe. Esto sin tener en cuenta que para todos estos procesos, se debe mantener el fuego, lo que requiere ya tener suficiente leña. La comida en esta experiencia se vuelve un ritual que se conecta con cómo se cuida el cuerpo a través de lo que se come y cómo cada organismo que hace parte del alimento, y la forma en que se prepara, tiene parte de las enseñanzas de la ‘Palabra’. 

Conocerlas mejor para preservarlas y proteger las tradiciones

La dieta de insectos es muy importante para muchos paisanos en el Amazonas. Estudios han mostrado que muchos grupos étnicos en el Amazonas consumen consistentemente insectos a lo largo del año. El contenido nutricional de estos insectos es importante, incluso, como en el caso de las hormigas hacha, el contenido proteico de estas termitas es alto comparado con otras fuentes de proteínas como las carnes rojas. A menudo se cree que el consumo de insectos entre los paisanos es debido a la escasez de otras fuentes de alimento (principalmente proveniente de vertebrados). Sin embargo, al ver la reacción de Doña María, es notable que estas termitas son consumidas además por el gran sabor que añade a las comidas.

Extraer y comer las hormigas hacha representa una tradición transferida a través de la ‘Palabra’. Y en esta labor, las mujeres cumplen una función esencial. Se ha documentado que la labor de recolectar soldados de hormiga hacha e incluso de hormigas arrieras, es llevado a cabo sólo por mujeres en muchas comunidades indígenas del Amazonas. Para nosotros eso fue evidente en los relatos que nos contó Doña María acerca de la recolección con su madre, y en toda su habilidad y gusto por estos insectos.

Aún es poco lo que conocemos de la biología de estos insectos respecto a sus preferencias de hojarasca y las condiciones que necesitan para anidar. Este grupo de termitas se consume ampliamente en diferentes grupos étnicos en el Amazonas y, a pesar de que son muy abundantes, pareciera que son sensibles a la sobreexplotación. Muchos individuos son recolectados para tener una cantidad suficiente para una comida. En palabras de Doña María y Don Miguel, ya que las hormigas hacha son tan preciadas para las comunidades de paisanos, a veces ocurre que se extraen muchos individuos continuamente, de una misma colonia, y esto genera que las termitas abandonen estas colonias y se muevan a otros sitios, o simplemente las colonias desaparezcan.

Esto hace que sea importante estudiar y conocer su biología de la mano de las comunidades, para generar estrategias en el consumo de hormigas hacha sin afectar sus poblaciones, como extraer individuos de diferentes nidos en un área del bosque y llevar ciclos de rotación para dar tiempo a las colonias que restablezcan el número de individuos. Además, con el conocimiento de las condiciones y preferencias que les permiten establecer las colonias, se podría pensar en estrategias que promuevan el crecimiento o la aparición de nuevas colonias. Mucho de este conocimiento ya está incorporado en la cosmogonía de los paisanos en el Amazonas: el alimento está en el bosque.

Fuentes

Constantino, R. (1995). Revision of the Neotropical Termite Genus Syntermes Holmgren

(Isoptera: Termitidae). The University of Kansas Science Bulletin. 55 (13): 455-518.

Dufour, D L.. (1987). Insects as food: A case study from the Northwest Amazon. American Anthropologist. 89 (2): 383-397.

Emerson, A.E. (1945). The Neotropical Genus Syntermes (Isoptera: Termitidae). Bulletin of the American Museum of Natural History. 83 (7); 427-472.

Paoletti, M.G., Buscardo, E., y Dufour, D. L. 2000. Edible Invertebrates Among Amazonian Indians: A Critical Review of Disappearing Knowledge. Environment, Development and Sustainability. 2: 195-225.

Paoletti, M.G., Buscardo, E., Vanderjagt, D. J., Pastuszyn, A., Pizzoferrato, L., Huang, Y-S, Chuang, L-T, Glew, R. H., Millson, M., and Cerda, H.. 2003. Nutrient content of termites (Syntermes soldiers) consumed by Makiritare Amerindians of the Alto Orinoco of Venezuela. Ecology of Food and Nutrition. 42: 173-187.

Camilo Flórez-V

Biólogo. Estudiante de Doctorado en Entomología y Magíster en Ciencias Biológicas.
Colaborador de SatúrnidaLab.


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